Rebeldía viva
Derrumbe y renacimiento en el mundo maya zapatista
Luis Hernández Navarro
Bases de apoyo del EZLN marcharon en silencio por San
Cristóbal de las CasasFoto Víctor Camacho
La presencia de los jóvenes y las mujeres fue especialmente
destacadaFoto Moysés Zúñiga Santiago
Las bases de apoyo del EZLN usaron el silencio como señal de
protestaFoto Víctor Camacho
N
o puede reaparecer lo que nunca se ha ido. Lo que este 21 de
diciembre hicieron los rebeldes mayas zapatistas al ocupar pacíficamente y en
silencio cinco ciudades chiapanecas no fue reaparecer, sino reafirmar su
vigencia.
El EZLN ha estado aquí desde hace más de 28 años. Nunca se ha ido. Durante
diez años creció bajo la hierba; hace más de 18 se dio a conocer públicamente.
Desde entonces ha hablado y guardado silencio intermitentemente, pero nunca ha
dejado de hacer. Una y otra vez se ha decretado su desaparición o su
irrelevancia, pero siempre ha resurgido con fuerza y con mensaje.
Este inicio del nuevo ciclo maya no fue la excepción. Más de 40 mil bases de
apoyo zapatistas marcharon bajo la lluvia en cinco ciudades de Chiapas: 20 mil
en San Cristóbal, 8 mil en Palenque, 8 mil en Las Margaritas, 6 mil en Ocosingo,
y por lo menos 5 mil más en Altamirano. Se trata de la movilización más numerosa
desde el surgimiento de los rebeldes del sureste mexicano.
La magnitud de la protesta es señal de que su fuerza interna, lejos de
disminuir con el paso de los años, ha crecido. Es un indicador de que la
estrategia de contrainsurgencia en su contra, llevada a cabo por los distintos
gobiernos, ha fracasado. Es muestra de que su proyecto es expresión genuina del
mundo maya, pero también de muchísimos campesinos pobres mestizos en
Chiapas.
El EZLN no abandonó nunca la escena nacional. Guiado por su propio calendario
político, fiel a su congruencia ética y con la fuerza del Estado en su contra,
fortaleció sus formas de gobierno autonómicas, mantuvo viva su autoridad
política entre los pueblos indígenas del país y activas las redes de solidaridad
internacional. El hecho de que no haya aparecido públicamente no significa que
no esté presente en muchas luchas significativas en el país.
En las cinco juntas de buen gobierno que existen en Chiapas y en los
municipios autónomos las autoridades de las bases de apoyo se gobiernan a sí
mismas, ejercen justicia y resuelven conflictos agrarios. En sus territorios,
los rebeldes han hecho funcionar sus sistemas de salud y educación al margen de
los gobiernos estatales y federal, organizado la producción y comercialización y
mantenido en pie su estructura militar. Resolvieron con éxito el desafío del
relevo generacional de sus mandos. Por si fuera poco, sortearon con eficacia las
amenazas del narcotráfico, la inseguridad pública y la migración. El libro
Luchas
muy otras. Zapatismo y autonomía en las comunidades indígenas de Chiapas es una extraordinaria ventana para asomarse a algunas de estas experiencias.
Los zapatistas marcharon este 21 de diciembre en orden, dignamente, con
disciplina y cohesión, y en silencio; un silencio que se escuchó fuerte. De la
misma manera en la que han tenido que cubrirse el rostro para ser vistos, ahora
interrumpieron la palabra para ser escuchados. Se trata de un silencio que
expresa una fecunda capacidad generativa de otros horizontes de transformación
social, una gran potencia. Un silencio que comunica voluntad de resistencia
frente al poder:
Quien permanece en silencio es ingobernable, decía Ivan Illich.
Un ciclo de la lucha política se cerró en México este primero de diciembre,
al tiempo que otro se abrió. El EZLN tiene mucho que decir en el naciente mapa
de las luchas sociales que comienza a dibujarse en el país. Su movilización
puede impactar en ellas de manera relevante.
Entre los contornos que definen la nueva etapa de luchas sociales se
encuentran: el regreso a Los Pinos del viejo dinosaurio priísta, tripulado por
el salinismo y sus modos autoritarios de ejercicio del mando estatal; la
pretensión de conducir la conflictividad social a partir de un pacto entre las
élites que excluye a los sectores subalternos; la crisis, descomposición y
reorganización de la izquierda partidaria, y la emergencia de nuevos movimientos
sociales.
El EZLN es un nuevo jugador que, sin invitación, se sienta en la mesa de la
partida que recién se abre en la política nacional.
El Pacto por México, suscrito por el Partido Revolucionario Institucional
(PRI), el Partido Acción Nacional (PAN) y, a título individual, por el
presidente del Partido de la Revolución Democrática (PRD) pretende acordar un
programa de reformas al margen de amplios sectores sociales. La movilización del
EZLN hace evidente que una muy amplia parte de la sociedad mexicana no está
incluida en ese acuerdo, y que lo que acuerden sus suscriptores no
necesariamente cuenta con el aval de los ciudadanos.
El partido del sol azteca está trabado en una lucha interna que puede
provocar su ruptura. La pretensión de Nueva Izquierda de uncir su destino al
gobierno de Peña Nieto hipoteca cualquier posibilidad de distancia crítica del
poder.
El Movimiento de Regeneración Nacional (Morena) se ha volcado a las tareas
organizativas para obtener su registro. Es probable que la Organización Popular
y de los Trabajadores (OPT) siga el mismo camino. Existe pues un amplio
territorio político y social que la izquierda partidaria no está ocupando. Los
zapatistas gozan de una indudable autoridad política entre quienes pueblan esas
latitudes.
En el último año y medio han emergido movimientos sociales que cuestionan al
poder al margen de los partidos políticos. No se sienten representados por
ninguno de ellos. El Movimiento por la Paz con Justicia y Dignidad, #YoSoy132,
las luchas comunitarias contra la inseguridad pública y la devastación eco-
lógica, las protestas estudiantiles en defensa de la educación pública, entre
otras, caminan por sendas distintas a las de la política institucional. Las
simpatías hacia el zapatismo en esas fuerzas son reales.
Pero, más allá de la coyuntura, las marchas del 13 Baktún maya son un
novedoso
¡Ya basta!similar al que enunciaron en enero de 1994, y de una versión renovada de
¡Nunca más un México sin nosotros!formulado en octubre de 1996, que abre otros horizontes. No piden nada, no demandan nada. Muestran la potencia del silencio. Anuncian que un mundo se derrumba y otro renace.
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